"Si estos tipos tiraban embarazadas al río, ¿cómo no iban a hacer esto con nosotros?"

Detalles: Publicado: 03 Mayo 2022

Hugo Cardozo, sobreviviente de la Masacre del Pabellón Séptimo, recordó los hechos en La Siesta Que No Fue.

Hugo Cardozo recordó la Masacre del Pabellón Séptimo. El 14 de marzo de 1978, plena dictadura, en la cárcel de Villa Devoto ocurrió otro delito de lesa humanidad. Cardozo aseguró que fueron agentes del Servicio Penitenciario Federal quienes iniciaron el incendio, que dejó un saldo de 53 muertos y 62 heridos.

"Fue una de las peores masacres carcelarias de la Historia Argentina, y no solo por el hacinamiento, sino por la barbarie que aplicaba el aparato militar por entonces", aseveró Hugo Cardozo y contó que la discusión empezó la noche del 13 de marzo por un incidente menor "subir o bajar el volumen de un televisor para que un guardia pudiera leer la lista de las personas que debían ir a Tribunales".

"Esa noche pasó que 'Kun Fu', como le decíamos al guardia porque practicaba esa arte marcial para rompernos los huesos, como el mismo nos decía, quería que apaguemos el televisor pero nosotros teníamos permiso de ver un programa. Entonces uno de los presos mayores, el Pato Tolosa, tomó la voz cantante y le dijo dejate de joder, ya lo bajamos pasa la lista o nos perdemos la película. En esa época la película era un tesoro, que a ellos les sirvió de excusa para lo que iban a hacer. Al otro día vinieron con un grupo de agentes para llevarse al Pato Tolosa por haber levantado la voz", relató.

"Ahora estamos en otra época pero si en plena dictadura, estos tipos tiraban personas vivas, jóvenes, mujeres embarazadas desde aviones al Río de La Plata y al Mar Argentino, como no iban a hacer esto con nosotros", completó.

El pabellón tenía capacidad para 80 internos y Cardozo asegura que había 161 presos hacinados. "Cuando vinieron a llevarse al Pato, el no quiso salir porque lo iban a reventar y yo escuché cuando un guardia le dijo: ahh no querés salir, mañana va a ver... No pensé que ese "mañana van a ver" iba a ser tan duro como el infierno que nos hicieron vivir".

Hugo Cardozo contó que a la mañana siguiente escucharon un silbato y vieron una tromba de 80 uniformados armados para romper huesos ingreso al pabellón. "Nosotros empezamos a hacer lo que siempre hacíamos durante las requisas que era correr con las manos en la nuca, hasta el fondo del pabellón y apilarnos uno contra otro, a la espera de que nos tocaran el hombro para ponernos frente al uniformado y entregar nuestra ropa. Ese día éramos 145 personas, pero ellos entraron directamente a pegarnos".

"Yo y varios de los más jóvenes nos dimos vuelta y ellos se asustaron, pensaron que íbamos a irnos encima de ellos y corrieron, salieron del pabellón, cerraron las puertas. Acto seguido empezaron a dispararnos con ametralladoras y a tirar lanza gases. Empezamos a repeler esas balas con papas, cebollas, lo que teníamos, nos defendíamos con nuestras miserias. Empezamos a poner los colchones entre los barrotes para quitarles la visión y que no nos pudieran cazar".

"Esa mañana nos tocaba recibir la mercadería que comprábamos en el almacén para toda la semana, incluido el kerosene que usábamos para calefaccionar. Eran 3 tambores de 50 litros para cada pabellón. En la mitad de la balacera, había dos barriles arriba de la pasarela y ya eran 12 los uniformados que nos disparaban, ahí veo una bota que patea uno de los tambores sobre los colchones y las camas que estaban en la entrada. Inmediatamente una delgada llama iba bajando y cuando tocó el suelo explotó. Empezaron a venir lenguas de fuego con hollín en la punta hacia nosotros. Ahí empezó el verdadero infierno, la mañana se convirtió en noche, no se veía, no se respiraba, sentíamos que nos cocinábamos por dentro y por fuera. Algunos compañeros se colgaban en las ventanas para respirar y de ahí les disparaban los guardia, vi a algunos caer con disparos en la frente".

Hugo Cardozo contó que decidió tirarse al suelo a esperar la muerte. "Pero de pronto se me vino una paz maravillosa, inexplicable, se me fue todo el dolor, me vino una luz y sentí que levitaba. Me entregué porque pensé que ya había muerto, se me había ido el dolor y el ardor. Pero desperté como a las 11 de la mañana, con el pabellón en penumbras. Inmediatamente me vino una necesidad de tomar agua, pero para llegar al baño había que correr las camas que aún estaban al rojo vivo. Las corrimos con otros compañeros con las manos quemadas pero no sentíamos dolor. Cuando llegamos al baño no salía agua, habían cortado el agua", fue todo premeditado.

"Habían otros condimentos, que hoy entiendo. En Devoto había 900 presas políticas que ya estaban blanqueadas y habían denunciado ante organismos internacionales las atrocidades que acá ocurrían. Además, estábamos en la época que los militares querían vender la fiesta del Mundial '78. Creo que nos utilizaron a nosotros para disciplinarlas y que dejen de hacer denuncias. A la mañana siguiente les decían: sigan jodiendo con las denuncias que así van a terminar ustedes cocinadas como estos negritos", contó Hugo Cardozo en Radio Kermés.

En 2014 el Tribunal de Apelaciones resolvió declarar que los hechos ocurridos en el pabellón séptimo de la Unidad 2 de Devoto configuran crímenes de lesa humanidad. "Este año vamos a tener el juicio oral donde ya hay tres imputados para sentarse en el banquillo. Eran cuatro pero uno de los responsables murió en diciembre pasado. Estamos esperando el juicio para lograr justicia por las personas masacradas".

Otras Galerías

Protesta de organizaciones sociales: "El hambre es el límite"

Ver Galería

Otras Galerías

Marín, mito y figura, caras y gestos

Ver Galería

Buscá en Radio Kermés

Otras Galerías